lunes, 19 de febrero de 2018

Penitente Ciezano. (Joaquín Yelo) - Paseo

Por fin ha llegado el día, ya estamos de vuelta, y con ilusión como cada año de recibir vuestros escritos, por publicar y que la gente conozca marchas de procesión y lo más bonito todavía escribir sobre los sentimientos, sobre las emociones que nos evoca, sin duda alguna una bonita iniciativa, que hoy comenzamos. Comenzamos con un hermano dormí Antonio José Contreras Marín y su escrito sobre Penitente Ciezano.


Aunque ya se estrenara el año pasado, pienso que va a ser la mejor novedad de este año en cuanto a repertorio musical.

Viernes Santo, procesión del Penitente; el señor de La Caída asoma por la adoquinada e irregular calle del Paseo, con esa mirada desgarradora hacia el cielo, pidiendo clemencia a lo inevitable, resignándose ante el inminente final. Los rayos del Sol parecen iluminar más todavía el dorado del majestuoso trono, llenando de solemnidad y respeto esa escena única en nuestra Semana Santa.
Parece que esta marcha te traslada a ese momento, como si el tiempo se detuviera por unos minutos.
Cierras los ojos, te apoyas en el hombro del compañero de vara, queriendo transmitirle los sentimientos que te afloran en esos instantes: de agradecimiento por toda una semana acompañándote, de gratitud por los momentos vividos y de felicidad por ver que un año más, a pesar de todos los contratiempos, habéis podido coincidir de nuevo en esa vara, repartiéndoos la dura carga que es la vida por igual.
Abres de nuevo los ojos, miras a un lado, contemplas a la gente boquiabierta y respetuosa ante lo que ven sus ojos, e inmediatamente los vuelves a cerrar, quieres vivir ese momento en la intimidad que te da portar un paso. Recuerdas a tus seres queridos, a los que tan mal lo están pasando en esos duros momentos, pero que a la vez están cerca tuyo de una manera u otra. Recuerdas a los que ya se fueron físicamente pero no en espíritu, y los abrazas fuertemente desde la distancia, les regalas todo tu amor. Sin quererlo el corazón empieza a latir más fuerte todavía, los ojos comienzan a brillar de la emoción y los sentimientos vuelven a aflorar. La marcha está llegando a su fin y sin quererlo esos 4 minutos han pasado demasiado rápido y te saben a poco.
Pero aún queda la última "levantá" de vara ante la subida de la marcha en su final, para que el trono nunca roce el suelo y luzca en todo su esplendor, con la fuerza sacada desde el corazón y en recuerdo a todos tus seres queridos, a todo cofrade que siente lo mismo que tú, a tus compañeros de locura. Por que la Semana Santa es eso, locura, bendita, pero en definitiva, locura.


Parece que es la hora






Tomado de su facebook. Muchisimas gracias