jueves, 26 de marzo de 2015

Solemnidad (José Pérez Ballester) - Calle Cadenas

Solemnidad (José Pérez Ballester) - Calle Cadenas. Por Manuel Soler Piñera

Miércoles Santo Ciezano, 23:35, noche cálida. Un tema de los que hoy en día se conocería como un (Remember), una de esas marchas de las que conocemos de toda la vida. La clásica marcha que suena a semana santa de otras épocas, otros tiempos en los que incluso la luminaria de las calles era distinta a la actual, aquella más personal, más autentica.

Un inconfundible olor a incienso, una túnica roja y un capuz y una capa negra. Estrechez en la calle, y mi mirada se dirige hacia el típico portal del casco antiguo con amplia entrada desde el pórtico de madera de la calle, hasta la entrada retranqueada de la casa cuya puerta principal es de hierro forjado con cristaleras de color.

Obviamente es de noche, y como niño saboreo un rico caramelo, con total seguridad de fresa. Estamos en la Calle Cadenas, apenas metros antes de llegar al cruce de la misma con la Empedra.
Un mar rojo y negro de penitentes, una cruz guía iluminada con luz artificial, y al fondo de la calle, la querida imagen de nuestro Santo Cristo del Consuelo. Debido a mi situación en la procesión, escucho con total nitidez la banda del paso que antecede a mi tercio, la Magdalena, majestuosa en su caminar con su inconfundible manto de color verde. Suena una marcha, suena Solemnidad. 

Manuel Soler Piñera

miércoles, 18 de marzo de 2015

El Evangelista (José Vélez) - Calle San Sebastián

El Evangelista (José Vélez) - Calle San Sebastián, por Victoria Rodríguez

La espera es cada vez más corta y estamos en esos días de encuentro, del encuentro repetido durante toda una vida; saludos afectuosos y sinceros para quienes, en buena parte de los casos, no se veían desde la misma ocasión del año anterior; saludos para quienes van a compartir durante una semana las mismas y especiales sensaciones y vivencias, saludos fraternales para quienes sienten y viven una misma creencia y una misma Devoción.

En este tiempo de espera y de reencuentro, me traslado a la noche de Viernes Santo, el esperado y a la vez temido Viernes Santo. Esperado, porque es un día grande en Cieza, la procesión del Santo Entierro convierte nuestras calles en un maravilloso museo de imaginería, la belleza de las imágenes y la devoción que el pueblo procesa hacia ellas hace de Cieza un lugar especial, una noche mágica y emotiva. Temido, temido porque nuestra semana grande se acerca al final, la espera comienza de nuevo para muchos…

La procesión del Santo entierro comienza, los pasos toman las calles del casco antiguo, y entre paso y paso, la música, un verdadero enriquecimiento de nuestros sentidos. Las numerosas obras de arte se mecen al compás del tambor, el Cristo del Perdón, Descendimiento de Cristo, Santísima Virgen de la Piedad, Santísimo Cristo Yacente y Virgen del Dolor, Nuestra Señora de la Amargura, Las Santas Mujeres camino del Sepulcro, Santa Cruz, José de Arimatea, El Santo Sepulcro, Santa María Salomé y llega SAN JUAN… San Juan, el discípulo amado, entra en la calle San Sebastián llenando la totalidad del espacio con su luz, con su armonía, con el dolor propio del Santo Entierro, el discípulo de Jesús preside la calle San Sebastián, meciéndose al compás de El Evangelista. 
Procesionar como nazarena, mirar hacia atrás, observar la belleza de la imagen de San Juan tomando la calle, el espacio se le queda pequeño, escuchar y sentir El Evangelista, mirar hacia delante y ver las capas de los numerosos nazarenos moverse al compás, la cera de las velas marcan el recorrido de la procesión, una procesión que va llegando a su fin y que los nazarenos esperamos con ansia durante todo el año.

Una procesión única e irrepetible la del Santo Entierro.. Y ES QUE EN 15 DÍAS Y UNAS POCAS HORAS, LAS CALLES DE CIEZA SE LLENARÁN DE NAZARENOS, DE NAZARENOS BLANCOS, DE NAZARENOS DE SAN JUAN!

Victoria Rodríguez

viernes, 13 de marzo de 2015

Caridad del Guadalquivir (Paco Lola) - Calle Diego Tortosa

Caridad del Guadalquivir - Traslado de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza- Calle Diego Tortosa. Por María José y Ana María Ríos Martínez

Existen momentos en la Semana Santa de Cieza que no se podrían entender sin su particular banda sonora. Si Semana Santa Ciezana es el concierto del pregón, el Adagio de Albinoni es la procesión del silencio, o In Nomine Domini es la entrada del Santo Sepulcro; sin duda, Caridad del Guadalquivir es la llegada de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza a su casa de hermandad, sita en la Calle Diego Tortosa, en la noche de Jueves Santo.

Pertenecemos a la cofradía de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, más conocida como “Los Hijos de María”, desde muy pequeñas. Muchas han sido las veces que hemos acompañado en procesión a nuestra Virgen por las calles de Cieza en la tarde noche de Jueves Santo hasta su llegada a la casa de hermandad, y otras tantas las que hemos vivido la procesión desde fuera, como simples espectadoras. Pero de una forma o de otra, siempre hemos esperado ansiosas que la Virgen llegara al final de la Calle del Barco y empezara a doblar por la Calle Diego Tortosa para que comenzara a sonar Caridad del Guadalquivir. Sin embargo, si tenemos un especial recuerdo de esa marcha no es precisamente de un Jueves Santo, sino del primer traslado en que se nos permitió a las hermanas de la cofradía llevar a la Virgen a hombros.

Desde el año 2007, el traslado se realiza el fin de semana anterior al del Domingo de Pasión, convirtiéndose este así en la primera procesión de la Semana Santa de Cieza. Fue este mismo año el primero en el que se nos dio a las hermanas de la cofradía la oportunidad de portar a la Virgen. A pesar de que nosotras soñábamos desde pequeñas con ser anderas, y ensayábamos año tras año por el pasillo de nuestra casa con un palo de escoba sobre los hombros y tarareando marchas procesionales, unas semanas antes del traslado, nos hicieron ir al polígono industrial de Los Prados a ensayar. Con un viejo trono y la radio de una furgoneta que repetía una y otra vez Caridad del Guadalquivir, las hermanas de la cofradía pasamos la tarde ensayando hasta que creyeron que estábamos lo suficientemente preparadas para convertirnos en anderas por un día. ¡No se fiaban de las mujeres!

Y por fin llegó el gran día, cuando la Virgen llegó al final de la Calle Mesones, sonó la campana que indicaba el cambio de relevo y las mujeres fuimos llamadas al trono… ¡era la hora de debutar! Acompañadas por la Agrupación musical Averroes de la OJE de Cieza, realizamos prácticamente el resto del recorrido, sorprendiendo a nuestro paso a muchos de los espectadores que abarrotaban las calles de Cieza, no solo por el hecho de ser mujeres sino también por la elegancia con la que mecíamos a nuestra madre.

El momento con el que tantas veces habíamos soñado llegó cuando empezábamos a asomar por la Calle Diego Tortosa. Fue en ese momento en el que empezó a sonar Caridad del Guadalquivir y, como tantas veces habíamos visto hacer a los anderos de nuestra cofradía en la noche de Jueves Santo, comenzamos a mecer a la Virgen lentamente, de forma suave y cariñosa hasta entrarla a la casa de hermandad. Una vez dentro, las hermanas de la cofradía nos fundimos en fuertes abrazos y brotaron de nuestros ojos lágrimas, lágrimas que no mostraban otra cosa que la felicidad que sentíamos por haber cumplido un sueño: portar a nuestra Virgen hasta su casa de hermandad, dónde descansaría hasta Jueves Santo.

No lo debimos hacer tan mal, pues desde ese día somos las hermanas de la cofradía las únicas encargadas de llevar a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza en el día de su traslado. Desde entonces, nosotras, fieles a la cita, acudimos con la misma ilusión o más que la primera vez, deseosas de sentir su peso sobre nuestros hombros y de “guardarla” en su casa al son de Caridad del Guadalquivir, en los últimos años interpretada por la Asociación Musical No Tenemos Prisa, en la que tenemos grandes amigos, entre ellos, el creador de este blog, Pascual López, Pascui para los amigos, al que agradecemos la oportunidad que nos ha brindado para escribir en este blog sobre nuestros sentimientos cofrades y reivindicar el papel de la mujer en la Semana Santa.

Detrás de un gran nazareno, siempre hay una gran mujer. ¡Vivan las “Hijas de María”!

¡A Cieza por su Semana Santa!



miércoles, 11 de marzo de 2015

Al señor de Sevilla (Abel Moreno) - Plaza Mayor

Al señor de Sevilla (Abel Moreno) - Plaza Mayor. Por Alberto Gil Real

Lunes Santo, diez de la noche, suenan las campanas y todos expectantes; ¿A qué?, Que se abren las puertas, se están abriendo, ¿Qué pasa? La sangre empieza a derramarse por cada uno de nosotros cayendo al trono en forma de rosa tan roja como lo que él hizo por nosotros, la vida. 
Pero…¿Qué es esa música? No es música, es un sentimiento, lo puedo tocar, lo puedo sentir, lo puedo oler, está sonando "Al Señor de Sevilla". 
Pero…. ¿Quién es él? El cristo de la sangre, sudando y llorando sangre, representándonos como cada lunes santo ante su gente desde la plaza mayor.

Por fin ha llegado y otro año más volvemos a ser libres durante sus andadas por el casco antiguo de Cieza, sigue sonando la obra de Abel moreno llevándonos a una dimensión de tranquilidad y nerviosismo, alegría y tristeza, amor y desamor. No acaba de poner un pie en la calle y ya se está yendo, y cada uno de nosotros seguimos elevándonos al cielo mientras lo miramos acompañado de su ángel de la guarda, y ahí se va, a seguir con su recorrido, y a llenar de paz las calles ciezanas acompañado de su música celestial que tan bien lo representa, estación por estación, campanada a campanada, redoble tras redoble, paso a paso.

No tardes en volver a ir a dormir, no queremos que sigas derramando sangre durante mucho tiempo. Te espero el año que viene en el mismo lugar cuando hayan ido a recogerte "los revoltosos" y juntos podamos alcanzar la sabiduría, la sensatez y la paz en estos tiempos que sólo tú puedes cambiar con tu andar.

Alberto Gil Real.

jueves, 5 de marzo de 2015

Mayor Dolor (López Carreño) y Mi Amargura (Victor Ferrer) - Calle Cadenas

Mayor Dolor (López Carreño) y Mi Amargura (Victor Ferrer) - Calle Cadenas. Por Sergio Piñera Hortelano.

Muchas veces nos preguntamos porque nos emocionamos con facilidad cuando pasamos por momentos delicados, porque cualquier situación puede hacernos derramar una lagrima, o simplemente sobrecogernos con tanta fuerza que nos cueste respirar.

Nos situamos en el 4 de octubre de 2014 en Cieza, sí, la tan ansiada procesión magna. No era mi intención desfilar ese día, quería apreciar una exposición de escultura, talla, música y costura digna de ver, ya que desfilarían todas las cofradías que componen nuestra semana mayor, La Semana Santa De Cieza. 

Me senté en la calle cadenas a esperar el estandarte de la Junta de Hermandades Pasionarias, pero no me daría tiempo a que pasase cerca, ya que en un ataque de locura, corrí hacia mi casa, me coloqué mi túnica morada, me calzé mis zapatos negros, y como si de una urgencia se tratara salí disparado como una flecha a coger el relevo de la Oración del Huerto.
Desde que levantamos el anda lo único que ansiaba era escuchar "Mayor dolor" y "Mi amargura", pero cuanto más las deseaba más se alejaban de mí. Ninguna de estas dos sonó en todo el relevo. Pero no me iba a dar por vencido, pese a que tenía compromisos y llegaba tarde a ellos, me fui a la calle cadenas a ver pasar a las distintas hermandades, pues alguna vendría acompañada de estas melodías, y no me equivoqué. Si que se resistieron sí, pero llegaron en el ultimo paso de la noche, La Virgen de Gracia y Esperanza, acompañada de un precioso manto de flores y de una insuperable asociación musical No tenemos Prisa. 
Empezaron a tocar "Mayor dolor" en la tienda del difunto "Paquico el de las golosinas", justo el lugar donde yo me encontraba, tras terminar la marcha, un miembro de la banda me anunció el titulo de la siguiente marcha, y sí, para mi asombro era "Mi Amargura", me coloque detrás de los músicos, fije mi mirada en la virgen y la acompañe esbozando una sonrisa a la vez que derramaba alguna lágrima que otra. Pues gracias a esa virgen pude apreciar la perfección, interpretada por auténticos maestros de la música.

Sergio Piñera Hortelano



domingo, 1 de marzo de 2015

Aria en Re Mayor BWV1068 (Johann Sebastian Bach) – Plaza Mayor y Capilla del Santísimo Cristo de la Agonía

Aria en Re Mayor BWV1068 (Johann Sebastian Bach) – Plaza Mayor y Capilla del Santísimo Cristo de la Agonía. Por Antonio Jesús Hernández Alba

Jueves Santo. Es Jueves Santo, Noche de las noches. Las calles, aun perfumadas en místicos aromas de un manto florecido de esperanza, nos atraen irremediablemente hacia la Plaza Mayor, hacia la Iglesia, hacia una capilla donde, entre un bosque de terciopelo negro, se alza un madero con ramas de espinas y flores de sangre y agonía. Súbitamente, toda luz se apaga, excepto la del Sagrario, único foco en esta noche de oración y penumbra.

Vuelven nuestros ojos a la Capilla en que una luz mortecina nace al son de doce campanadas que anuncian un largo día de penitencia. Arrullado por los dolientes violines, el Santísimo Cristo de la Agonía sale al encuentro de todo fiel que en su faz atormentada busca el alivio de sus tormentos. 
Acalla su paso todo murmullo salvo el del viento, entremezclado con una saeta, un coro, un poema, una oración; trenzándose todas ellas con las obras de Albinoni, Mozart y Gómez Villa, recorriendo junto a ellas la oscuridad de un Casco Antiguo donde la única luz es un Dios que muere.

Cid, Larga y Mesones, en vuestros oscuros senos acogéis adagios que rozan el corazón con sus tristes tonos menores y dolientes. Sin embargo, cuando la calle de la Hoz no es más que un recuerdo en la oscuridad de la memoria, nace como un susurro del viento un acorde mayor, lleno de vida y esperanza. La Plaza, apenas un segundo antes burbujeante en quedas conversaciones, se silencia al son de tan bellas notas. Es el genio de Bach, que vuelve con su Suite número 3 para honrar a nuestro Cristo, para cerrar su Silencio cada Jueves Santo. Los nazarenos se arrodillan, la cera se inclina fundiendo una alfombra de blancura para un Cristo que se mece entre violines y violas dirigidos esta noche por el mismo Bach, de la mano del Dios Altísimo. No se detienen ni un solo segundo. Jesús de la Agonía avanza imperturbable hacia un portón tan oscuro y gélido como el mismo sepulcro mientras la música le brinda la Esperanza. No se gira al rozar los peldaños, no vacila al cruzar el arco. Hasta el alma más fría sangra esta noche de dolor y emoción ante tan mística escena y tan hermosas melodías.

Desde aquel primer Jueves Santo, hace ya cinco años, que contemplé tal belleza, mis ojos apenas pueden contener las lágrimas al son del Aria de Bach, recordando una noche eterna en la memoria, apenas un suspiro en el tiempo, toda una vida en la eternidad.

Y es Jueves Santo
Que al Amor la Vida muere
Y es Jueves Santo
que la Vida con Amor
a la Muerte vence
y es Jueves Santo
Agonía y Sufrimiento
Y es Jueves Santo
Gozo en las Lágrimas
Luz en los tormentos
Sol que en la noche se alza
Noche que en la Vida se apaga
Adagio que muere en un Aria
Cruz que en Vida se apaga
Jueves Santo
Antonio Jesús Hernández

Tanto es que la misma música que esa noche se pierde en la capilla, versos como estos es capaz de inspirarme. Esperad, que volveremos a vernos cuando el Aria de Bach resuene en los mármoles del Cristo de la Agonía.

"Te espero, y siempre te esperaré,
Con un nuevo Jueves Santo para regalarte.
¡Mi Cristo de la Agonía!"

A Mi Cristo de la Agonía
Poemario: A Cieza, Por su Semana Santa


Antonio Jesús Hernández