miércoles, 16 de marzo de 2016

El Evangelista (José Vélez) - Calle Cánovas del Castillo

El Evangelista (José Vélez) con la Dolorosa en la Calle Cánovas del Castillo Por José Centeno

Sin duda, una de las razones fundamentales para que a muchos nos cautive tanto la Semana Santa es esa singular fusión de lo que recogen nuestros sentidos con los sentimientos que eso nos provoca. Así, cuando estamos participando de una u otra forma de una de nuestras procesiones, se reúne de una manera única lo que ven nuestros ojos, lo que escuchan nuestros oídos y lo que siente nuestra alma. Y luego, al rememorar esos momentos tan especiales, es difícil separar esas imágenes de los sonidos que las acompañaban y los sentimientos que despertaron, y todo queda ligado como una sola realidad indivisible.

En algunos ocasiones especiales, unas veces por causas que nos resultan muy evidentes y otras sin que podamos encontrar razón concreta, se produce con una especial intensidad esta conjunción particular de imaginería, marchas procesionales, rincones de Cieza y sentimientos profundos. Y ésas son las experiencias que perduran en nuestros recuerdos por mucho que el tiempo nos haga olvidar casi todo... pero no esto. Y así ha sucedido para mí con tantos y tan diferentes momentos a lo largo de las ya más de cuarenta Semanas Santas de Cieza vividas. Voy a compartir aquí uno de ellos, uno de tantos en que la viveza de su recuerdo causa la ilusión de que hubiera sucedido ayer mismo, todo lo más el año pasado, pues resulta asombroso descubrir lo nítidas que aún siguen en mi retina las imágenes y la rotundidad con que resuenan en mis oídos los acordes...

Fue uno de los primeros traslados de la Dolorosa. No se me da bien recordar fechas exactas, pero debió ser una de las primeras Semanas Santas del milenio, cuando aún acompañaban los Revoltosos a la Señora en su recorrido por las calles ciezanas el día de su onomástica. La Procesión estaba ya tocando a su fin, y la Dolorosa apuraba el final de la Tercia, cuando el redoble de tambor marcó la entrada para empezar una marcha. Ese momento tan anhelado por los aficionados a la música cofrade, que convierte tu atención al desfile en anhelo expectante por si la próxima marcha resulta ser una de tus favoritas. Empezaron a sonar los primeros compases de "El Evangelista", del maestro Vélez, marcha que cualquier aficionado de la región incluso ya por esas fechas era capaz de reconocer al instante, después de llevar unos diez años interpretándose con frecuencia por nuestras calles, hasta el punto de haberse convertido ya en una de las marchas más características de la Semana Santa ciezana.

En aquél momento sufrí una pequeña decepción, pues tenía mucho interés en poder escuchar la "nueva" marcha del maestro, "Jerusalén", que estaba casi recién estrenada por entonces y apenas la había oído tres o cuatro veces interpretada en una Procesión. "El Evangelista" era una gran marcha, pero en ese momento me apetecía más escuchar "la nueva" del mismo compositor. Ya había oído muchísimas veces "El Evangelista" antes de aquel día, pero sin embargo fue esa interpretación recibida por mí sin especial entusiasmo la que se grabó para siempre en mis recuerdos.

La dulzura del comienzo de la marcha, interpretada con el maravilloso estilo de los Revoltosos, paradigma del excelente nivel de las bandas de Cieza, me fue envolviendo en esa atmósfera que te hace dejar de mirar a los músicos y volver tu rostro para contemplar cómo la melodía es acompasada por el lento mecer de los anderos a su Dolorosa. Mientras el bellísimo trono, aún por entonces con sus árboles de luz al completo, terminaba la calle Santo Cristo doblando hacia la derecha por la calle Cánovas, comenzaba el majestuoso forte de marcha que se alargaba durante el corto trecho de la Imagen por esa calle hasta doblar para coger San Pedro en su camino hacia la Iglesia de La Asunción. Mientras yo avanzaba junto con el cortejo para poder seguir disfrutando del momento mientras alcanzara la partitura de la obra, y dándose la suerte de que en esos cinco minutos de duración de la marcha no fue necesario que los anderos detuvieran su paso, se produjo esa fusión de sentidos y sentimientos que hace desaparecer de tu mente todo lo ajeno que te rodea, dejar de escuchar lo que alguien te pueda estar diciendo a tu lado, y olvidar cualquier preocupación que quizás tienes rondando por tu cabeza. Y sólo se queda la Virgen, la Marcha, y ese rincón de Cieza. Es como si todo despareciera, como si no quedara allí nadie más que tú, y, en efecto, la Procesión en ese momento "pasara sólo para ti". Hasta que el último acorde coincide casi matemáticamente con el golpe en la campana del cabo de andas, cesan al unísono música y lento movimiento del trono, y poco a poco se va deshaciendo el instante mágico mientras uno vuelve a ser consciente de la realidad que se había disuelto durante ese lapso de tiempo.

Ya no sé si es porque en ese recodo, siempre al principio o al final de las procesiones, resulta que la música cofrade resuena particularmente bien. O si simplemente me lo parece precisamente porque este tramo me trae a la memoria esa interpretación concreta de "El Evangelista". Pero lo cierto es que como resultado de ese momento han quedado para siempre grabados en mí un rincón en el que siempre me gusta ver pasar los Santos, un Traslado que todos los años contemplo con un cariño especial, y una marcha que sigue siendo mi favorita de entre todas las que he escuchado. Y aunque es una composición que me gustó desde que la oí por primera vez, no la tuve hasta entonces en tan alta consideración. Se convirtió en algo verdaderamente especial desde ese día, en esa calle, y sonando junto a la Dolorosa.

José Centeno

La Cortesía (José Gómez Villa) - Esquina del Convento y Paseo

La Cortesía (José Gómez Villa) – Procesión del Domingo de Resurrección, Esquina del Convento y Paseo. Por Eusebio Ríos Sánchez

Atendiendo a la petición de Pascual, “Pascui”, como cariñosamente se te conoce, buen amigo de mis hijas Ana Mª(especialmente) y de Mª José, y apreciado por todos nosotros, me dispongo a escribir en tu blog.

Espero estar a la altura de tu petición, pues no soy de escribir, más bien soy hombre de sentimientos y más todavía cuando se trata de NUESTRA SEMANA SANTA, y eso es lo que voy a intentar plasmar en este escrito.

Si hay para mí una procesión especial en la Semana Santa de Cieza, esa es sin duda la de Domingo de Resurrección. Mis recuerdos de esta procesión se remontan a mi infancia, a finales de los años sesenta del siglo pasado. Casi nada, no ha llovido desde entonces!
Recuerdo como, cuando apenas contaba con siete u ocho años, mi madre me llevaba a ver la procesión del Resucitado, y al paso del Ángel Triunfante, acompañado por sus hermanos “Dormis” y de alegres pasodobles, le pedía incansablemente que me hiciera una túnica de “Los Dormis”, hasta que la conseguí. Con esa túnica, salí varios años en el tercio infantil, popularmente conocido como “la remolacha”, hasta que dejó de venirme y ya me veía mayor para salir en “la remolacha”. Sin embargo, posteriormente, por circunstancias de la vida, y muy a pesar mío, nunca llegué a desfilar como andero de “Los Dormis”, y desafortunadamente, nunca lo podré hacer, ya que una grave lesión de espalda me lo impide, y me temo que para siempre.

Por eso, cuando veo al Ángel Triunfante hacer la Cortesía o desfilar alegremente por el Paseo bajo las notas de La Cortesía, del maestro D. José Gómez Villa, por cierto familia de mi mujer, no lo puedo evitar: mi corazón palpita fuertemente, la piel se me pone de gallina y alguna que otra lágrima se me escapa. Me veo sentimentalmente, aunque no físicamente, cumpliendo mi sueño, que no era otro que el de llevar, el Domingo de Resurrección, metido bajo sus varas y bailando al son de pasodobles, el paso del Ángel Triunfante, de mi querida Cofradía de la Oración del Huerto y Santo Sepulcro, “Los Dormis”. Y qué mejor que haberlo podido hacer al son de un gran pasodoble de un ciezano ilustre, La Cortesía, del maestro Gómez Villa.

Aclaro que cuando yo me “veo” desfilar con el paso del Ángel Triunfante el Domingo de Resurrección, el maestro Gómez Villa no había compuesto todavía La Cortesía, pero es el pasodoble que siempre me hace seguir soñando.

Gracias Pascual por esta oportunidad que me has brindado. ¡A CIEZA, POR SU SEMANA SANTA!
Agradecido siempre.

Eusebio Ríos Sánchez.



Cristo Del Perdón (José Gómez Villa) - Calle Cánovas del Castillo, Calle Larga, Calle Mesones

Cristo del perdón (José Gómez Villa)- Calle Cánovas del Castillo, Calle Larga, Calle Mesones Por Ricardo Caballero Pérez

Quiero empezar este pequeño escrito dándole primero mi enhorabuena a Pascual por este blog, blog que cualquier aficionado a la música y sobre todo aficionado a la música de nuestra semana mayor, es decir a la música de semana santa, saca un rato aunque no lo tenga, para leer sobre las marchas y sobre en que calles se toca. MI ENHORABUENA.

Ahora voy a hablaros de una marcha entre las marchas, una de esas marchas que con solo nombrarla se me ponen los pelos de punta. Es una gran responsabilidad escribir sobre esta obra musical y más ubicarla en una calle de nuestro recorrido semana santero.

La primera vez que escuche esta marcha no tenía nada más que 10 años, sí, solamente diez años, ya con esa edad tenía en la sangre, ese fervor semana santero, ese amor por nuestra semana mayor que no se puede explicar. Estaba sentado en el coche de mi padre, mientras que él ensayaba en el ambulatorio con la banda de tambores de San Juan Bosco, yo solo en el coche, con el radiocasete del coche a todo volumen escuchando la cinta, que grabará la banda municipal en 1995, y ahí estaba esa marcha en la cara B justo detrás de la marcha nº2 de San Juan, cada momento que la escuchaba los pelos de punta. Fue cinco años después cuando entre la banda de la escuela de música y la primera obra que me dieron para ensayar era ella, y ahora no solo la iba a escuchar sino también a tocar e interpretar. Tocada en irrepetibles ocasiones, esos sábados por la mañana, en los ensayos con los nuevos miembros de la banda o también sábados por la mañana en el colegio CEIP Santo Cristo del Consuelo, toda la banda tocando y ensayando el paso dando vueltas al colegio, cada vez que decían poner dicha marcha a mí me entraba un sentimiento especial, ese sentimiento que pones al tocar obras que te gusta, obras que sabes que las vas a tocar con más emoción que otras.

Sin duda alguna esta obra es el Cristo del Perdón, obra por antonomasia de una Semana Santa, no solo la de Cieza sino también, cualquier Semana Santa de la Región de Murcia, porque a cualquier zona a la que te vayas la escucharas. Cada vez que la escucho recuerdo a la salida de su imagen titular el Cristo del Perdón o su entrada en la casa de los santos, pero lo que más me gustaba sin duda es cuando en un momento de silencio de mi banda, por la calle larga o mesones se escuchaba de fondo la marcha, miraba para atrás y observaba a ese Cristo, que nos perdona, meciéndose a esa música celestial que es su marcha. Ya he dejado claro que esta marcha la ubicaría en calle Cánovas del Castillo, Larga y Mesones, pero en definitiva es una marcha que no puedes ubicar en cualquier calle, porque es una marcha que en cualquier momento del recorrido semana santero se puede escuchar.

Ricardo Caballero Pérez

Pasa la Soledad (José Antonio Molero Luque) - Plaza Mayor

Pasa La Soledad (José Antonio Molero Luque) - Plaza Mayor, Viernes de Dolores. Por Pepe García Hortelano

“Pasa la soledad” es una de mis marchas de procesión favoritas sin duda alguna. Recuerdo estar de pequeño sentado en casa de mi abuela, en la calle larga, viendo las procesiones de semana santa que tanto nos gustan a los ciezanos, cuando una banda de la que no recuerdo el nombre, la tocó.

Yo llevaba unos 2 años tocando la trompeta y cuando escuche esa marcha, al principio no me llamó la atención, pero cuando empezó el solo de trompeta, se me puso la piel de gallina, e hizo que prestara más atención a la marcha. Afortunadamente para mí, la banda paró justo delante mio y la pude escuchar entera. Fue un regalo para mis oídos poder disfrutar de aquella obra de la que desconocía el nombre y pensé “yo quiero tocar esa marcha”.
Pasé mucho tiempo sin oírla, hasta se me olvido que la había escuchado.

Ingresé en la A.M. Averroes de la O.J.E. de Cieza y más tarde en la Banda de la Escuela Municipal de Música, bajo la dirección del que fue mi maestro, Francisco García Alcázar. Fue con esta con la que, en un traslado, hicimos un mini-concierto en la nueva iglesia de Santa Clara. Nuestro director nombró 3 marchas, una de ellas “Pasa la soledad”. Yo no conocía ninguna, pero cuando empezamos a tocarla pensé: “¿De qué me suena esta marcha? Al mismo escuchar el solo tocado por Antonio Campos, lo recordé. Era la misma marcha que años antes me enamoro en el portal de mi abuela.

El año pasado, en la O.J.E. se decidió sacar precisamente “Pasa la soledad”, y decidieron que yo tocaría el solo. Cuando me enteré me emocioné, porque tenía ante mí la posibilidad de tocar la obra que tanto me gustó hacía varios años. La marcha se estrenó el viernes de dolores del 2013. Durante el traslado estaba tranquilo, pero a medida que nos acercábamos a la plaza del ayuntamiento, me ponía más y más nervioso. Cuando entramos, la plaza estaba a reventar, lo que hizo que me pusiera más nervioso, ya que era la primera vez que iba a tocar mi solo favorito fuera de los ensayos.

En viernes de dolores, la Medina Siyasa y la O.J.E tocan una marcha cada una para meter a la Dolorosa en la iglesia. Empezó tocando la Medina, pero apenas les presté atención porque solo podía pensar en “Pasa la soledad”. Terminaron de tocar, la gente aplaudió y era nuestro turno. La marcha empezó a sonar y al oír las primeras notas, los nervios desaparecieron. Terminamos de tocarla y nos fuimos desfilando. Fue algo muy especial para mí. Desde ese momento, cada vez que escucho “Pasa la soledad”, me imagino en la plaza del ayuntamiento tocándola y, por así decirlo, cumplir un sueño musical que tenía desde hacía muchos años, tocar “Pasa la soledad”.

Pepe García Hortelano


lunes, 14 de marzo de 2016

Pasodoble de San Juan (Antonio León) - Paseo

Mi querido Pasodoble. El Pasodoble de San Juan (Antonio León) - Paseo. Por Antonio Lajara García

La Semana Santa es un archivo mental de olores, colores, recuerdos, sentimientos…. que se van acumulando y conservando en nuestra memoria y que año tras año, allá por los inicios de la primavera, se vuelven a rememorar, haciendo que para algunos ese volver a nuestros recuerdos sea un acicate para seguir disipando años de nuestra vida.

Desde que tengo uso, de lo que se llama razón, no puedo recordar cuando la Semana Santa se cruzo en mi vida, no recuerdo ningún momento en que las procesiones las viviera como espectador, siempre he participado, y puedo decir que es gran parte de mi vida.

Como lo es “El Pasodoble de San Juan”, y así lo valoro. Esa bella y emblemática obra que el Maestro León compuso en los inicios del siglo XX para la cofradía del joven discípulo, y que desde su inicio a engrosado el impresionante patrimonio musical de Cieza y su Semana Santa, y es el que me marca el inicio y final de nuestra Semana Pasional.

A pesar de todos los actos, actividades, traslados, etc. Que año a año proliferan en los prolegómenos de nuestra Semana de Pasión, que la engrandecen y embellecen. Para mi, cuando realmente me doy cuenta de que estamos inmersos en los días más importantes del año para los Cristianos, es cuando oigo esas notas airosas, juveniles y desenfadadas del Pasodoble de San Juan por el margen derecho del Paseo, en la tarde de Miércoles Santo, en su traslado hacia la Basílica de Nuestra Señora de la Asunción.

Miro al joven apóstol en lo más alto de su primoroso trono y parece que realmente esta andando y anunciando al pueblo que le contempla, fascinado por la belleza de la estampa, que se acerquen y vean, vean y descubran, si aun no lo han hecho, el grandioso patrimonio procesionista que nuestra ciudad atesora. En ese momento me viene al pensamiento la cantidad de generaciones, la cantidad de gente que cuando paseaban, a través de los tiempos, por ese centro neurálgico de nuestra ciudad que es el paseo, en esas tardes de principio de primavera, se habrá visto sorprendidas por las bellas notas que compuso el Maestro León. Cuantas personas que nos han precedido se habrán emocionado y reído y por que no, llorado, al ver las túnicas blancas en ordenado desbarajuste por nuestro entrañable Paseo.

Por otro lado, una mezcla de alegría, pena y desazón me viene a buscar, cuando en la mañana del Domingo de Resurrección, y esta vez por el margen Izquierdo, oigo a las tropas Sanjuanistas, que acompañan al bello paso, tarareando, y las más audaces, cantando, los acordes inconfundibles y reconocidos del Pasodoble

"San Juan, San Juan se va a caer,
San Rafael lo va a coger..."

Haciendo que el publico, ensimismado por el paso airoso del trono, haga suyas esas notas y aunque solo sea mentalmente, las cante, porque es el Pasodoble de San Juan una de las pocas piezas musicales que está el archivo intimo de TODOS y cada uno de los Ciezanos, sin embargo, para mis adentros, el oírlo esa mañana son el presagio de la conclusión y finalización de nuestros desfiles, y el cercano crujir de las puertas de nuestra envidiada Casa de los Santos en espera de otro año.

Y siempre recuerdo las palabras de una amante anónima de nuestras procesiones, que finalizando el desfile de un Domingo de Resurrección, y oyendo a un grupo de hermanas Sanjuanistas me dijo: “Dios quiera que el año que viene pueda volver a oír el San Juan, San Juan".
Antonio Lucas García

jueves, 10 de marzo de 2016

La Samaritana (José Gómez Villa) - Calle Cánovas del Castillo

La Samaritana (José Gómez Villa) – Cánovas del Castillo. Por Joaquín Caballero Segura

Tras esta iniciativa, pensada por y para nuestra Semana Santa, nuestro compañero Pascual López nos regala en su blog, a todos los amantes de la música de procesión, un hueco en el cual expresar todos nuestros sentimientos, vivencias y sobretodo momentos que ya son partes esenciales de nuestros desfiles.

Quisiera dedicar este año mis líneas a una marcha en concreto, dedicada a un paso en concreto, “La Samaritana”, no sé si seré la persona más apropiada para escribir sobre esta composición de Gómez Villa, pero vamos a ello.

Es Miércoles Santo, todo está a punto, casi al instante de arrancar el cortejo, el paso de la Samaritana se dispondrá a sobrepasar las puertas de nuestra Casa de los Santos, para los hermanos de esta cofradía, a la cual estoy orgulloso de pertenecer, sacar nuestro paso titular es todo un honor, es uno de los días grandes para nuestra corporación, todo tiene que salir de revista.
Todo está preparado, somos los primeros en mostrar al espectador el evangelio vivo de nuestras procesiones, con el vaivén inconfundible de nuestros anderos, las flores simulando la primavera ciezana, el elegante pino que le da movimiento a nuestro titular, las imágenes como teatralización de fe y sobretodo la música de procesión.

Calle Cánovas del Castillo, tras haber comenzado la procesión, sonará la marcha titular de nuestra cofradía, “La Samaritana”, estoy convencido que no es la mejor obra de su autor, quizás tampoco sea la más conocida entre los entusiastas de la música cofrade, pero para un hermano samaritano representa algo más, algo más grande que todo eso, representa 365 días luchando para sacar nuestras procesiones, horas incansables con el único propósito de poder estar más cerca de nuestros pasos, y sobretodo, esta marcha representa nuestra seña de identidad, la de seguir trabajando para un futuro mejor, en el cual podamos decir con orgullo, nosotros somos de la Samaritana. 

Por lo tanto cuando suene esta marcha, no solo por calle Cánovas del Castillo sino en algún otro tramo del itinerario, acordémonos de todo el sacrificio que nos ha costado llegar hasta aquí y que todo ese sufrimiento ha merecido la pena.

Joaquín Caballero Segura.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Callejuela de la O (Paco Lola) - Calle de la Libertad (Alcobendas)

Callejuela de la O (Paco Lola) - Calle de la Libertad (Alcobendas). Por Alberto Carabias

Seguramente lo primero que os ha venido a la cabeza al leer el nombre de la calle ha sido “esa calle no me suena” o “por ahí no pasan las procesiones”. Es normal, puesto que no es una calle de Cieza, sino de Alcobendas (Madrid). Cada  24 de enero nuestra AM Averroes de la OJE participa en la procesión de la patrona del municipio, y ya que vivo cerca, siempre voy a escucharles. Este año tuve la gran suerte de estar presente en el estreno de una de las marchas que añaden a su repertorio: Callejuela de la O, la cual estoy seguro escucharéis esta Semana Santa por las calles del casco antiguo.

En esta primera colaboración con el blog he decidido hacer algo diferente, seleccionando esta marcha y esta calle como muestra de que la Semana Grande de Cieza no solo está en Cieza sino que, gracias en parte a esta agrupación, se extiende por muchos más sitios.

Escuché por primera vez la composición del sevillano de la mano de la ya extinta banda de cornetas San Juan Bosco mientras, tanto la banda como yo, salíamos con los armaos. A pesar de tener su origen en una rumba, no se si por ese “estribillo” que todos conocemos, por el solo de trompeta o por otra circunstancia, me gustó como marcha procesional, aunque eso sí, la descartaría de una procesión tan solemne como la del Santo Entierro. 
Desgraciadamente, la disolución de la banda causó que dejara de escucharla en Semana Santa, hasta que al cabo de los años, la banda Sones de Pasión la estrenó y de nuevo la recordé, llamándome la atención incluso más que antes.

Volviendo a Alcobendas, los días previos a la salida estuve pensando en la posibilidad de escuchar alguna de las nuevas marchas que la OJE nos tiene preparadas para esta Semana Santa. Al llegar el día, unos amigos de la banda me dijeron que a lo mejor tocaban alguna, y así fue; en la Calle de la Libertad comenzó a sonar Callejuela de la O. Los arreglos de la agrupación y el característico sonido de las liras, unidos al especial aprecio que le tengo a la agrupación, hacían que sonara diferente, de tal forma que se te pone la piel de gallina al escucharla en directo. Os dejo el vídeo de ese momento para que lo podáis disfrutar tanto como lo hice yo.

Alberto Carabias Gómez

jueves, 3 de marzo de 2016

A la gloria (Miguel Ángel Font) - Basílica de la Asunción

A la gloria (Miguel Ángel Font) - Basílica de la Asunción. Por José María Cámara

Recuerdo nítidamente como hace dos años Viernes Santo por la noche acababa para mí la Semana Santa de 2.014, una Semana Santa que en cierta manera colmaba uno de mis objetivos, y quizás sueño, ser hermano de la Cofradía del Cristo de la Agonía. Ser hermano de esa cofradía, lo soy por su excepcional patrimonio, su tacto y buen gusto amén de serlo por amistad de la verdadera, en esa cofradía tengo grandes amigos que no han dudado en alentarme en momentos difíciles a coger una túnica negra y sentir como “Mektub” rompía la noche del Miércoles Santo, como “A ti Manué iluminaba el alma del cofrade en el Viernes Santo Ciezano o como Virgen de la Piedad” evocaba el final de la semana más esperada del año.

Fue hace dos años cuando tras una serie de trabas de la vida decidí que ya era hora de cambiar el morado Dormi por el negro de la Agonía, era hora de dejar guiones y estandartes y ser andero de Cristo, cirineo de la pasión y andero anónimo, era hora de disfrutar del anonimato que da el gorro de verduguillo que los anderos de la Agonía portamos en todas y cada una de nuestras procesiones. Tras una mañana de Viernes Santo sensacional llena de vivencias y amistad llegó la solemnidad de la noche, llegó el momento que decidí que pondría punto y final a mi Semana Santa desde ese año en adelante, la Procesión del Santo Entierro. En esa procesión la Cofradía del Cristo de la Agonía saca a la calle el magnífico grupo de Capuz, la Virgen de la Piedad, imagen a la cual no le tenía ni mucha ni poca devoción, pero que sin lugar a la duda a partir de aquella noche sería la imagen que más deseo cada año llevar sobre mis hombros.

Aquella noche recuerdo que llegué a la salida con uno de mis padrinos dentro de la hermandad, mi buen amigo Roque Belda, mi guardaespaldas aquel año de estreno, el del Centenario de la Junta de Hermandades Pasionarias por otro lado, recuerdo como me puse a buscar de un lado a otro donde situarme en el trono, situándome finalmente en la segunda vara del centro por la derecha, la vara de la luz, como algunos la llaman, a mi lado derecho un gran compañero como es el Cartero, y al izquierdo más de uno y dos emblemas de la cofradía, ¡casi ná!. Aquel año recuerdo como durante el otoño un hermano de dos Cristos, como dijo aquel pregonero, removió cielo y tierra en busca de las partituras de la adaptación para banda de música de la marcha procesional para agrupación musical A la Gloria, ¡Cuánto te debo amigo! Nunca imaginaria que esa marcha marcaría mi primera Procesión del Santo Entierro, y es que dicha marcha marcó esa noche desde el momento en el que el paso comenzó a caminar bajo las naves de la Basílica de la Asunción, la basílica se quedaba pequeña para los anderos que llevábamos sobre nuestros hombros a la Virgen de la Piedad, mientras la Unión Musical de Agost interpretaba A la Gloría, cuando comenzaron a sonar los bajos y el tambor marcaba el ritmo, mi mente voló y pese al cansancio de una Semana Santa intensa me olvidé de todo y me propuse sentir la pasión de Cristo desde mi posición privilegiada de andero y hermano de la Cofradía del Cristo de la Agonía.

Fue ese el inicio de una bonita noche donde aprendí a sufrir y a la vez disfrutar, donde aprendí que el verdadero sentido de hermandad se encuentra bajo las varas de un trono y en la compañía de personas que hacen todo lo posible para que estés lo mejor posible, fue una noche sensacional que nunca olvidaré y que hizo que a partir de aquel momento mi Semana Santa se pudiera resumir en un momento, la bajada de la Calle Mesones, los últimos metros de mi Semana Santa, últimos metros que aquel año fueron llevados con los compases de la marcha procesional A la Gloria.

Son las 23:30 h del Viernes Santo, todo ha acabado, dejo mi puesto de andero y me dirijo a seguir a mi Madre hasta el Sepulcro en el que se convierte la Basílica de la Asunción. En su recoleta capilla ni un solo día del año se separa de su Hijo amado, mientras recibe y espera las visitas y confesiones de los hermanos de la Agonía, que de nuevo en la noche del Viernes Santo iremos a buscarla para mostrarle a Cieza que no hay amor más grande que el que reflejó Capuz, para gloria eterna de los hermanos del Silencio y la Agonía.

José María Cámara Salmerón



jueves, 25 de febrero de 2016

Jesús Cautivo (Miguel Pérez) - Puente de la Aurora (Málaga)

Cuaresma inolvidable la de 1998. Jesús Cautivo (Miguel Pérez) - Puente de la Aurora (Málaga) por Miguel Pérez

Sin duda de mis marchas, la que arremolina más sentimientos dentro de mí es Jesús Cautivo, no sólo por la viva imagen en el Puente de la Aurora de mi Málaga natal, cuando lo imaginé aquella tarde soleada caminando con el vuelo primaveral de su túnica blanca, o el recuerdo de las hermosas palabras que dedicaba anualmente mi amigo Ángel Garó a su paso por el Hospital Civil por la mañana para visitar los enfermos, sino por todo lo personal que me ocurría en aquellos momentos en los que escribí esta pieza.

Enamorado perdidamente de una flautista, con la que ensayaba todas las tardes música de Piazzolla -música argentina que luego los fines de semana tocaba con un cuarteto de tangos en una conocida tanguería del Paseo de Reding de Málaga-, los vinos con mi amigo Fali y toda su troupe… Sin duda un año intenso aquel 1998, en el que, además, hice una gira nacional con mis primeras piezas minimalistas para piano, o músicos de la talla de la organista Pilar Cabrera o el trompetista Benjamín Moreno me encargaban piezas para estrenar en lugares tan especiales como el Auditorio Nacional de Madrid o la Catedral de Viseu con motivo de la Exposición Universal de Lisboa.

Eran días intensos aquellos, mientras daba alguna clase particular, acompañaba al piano a cantantes, y terminaba mis clases en el conservatorio. Dedicada a mi querido amigo José Luis Ramos, Pepelu, esta pieza obtuvo el Primer Premio en el II Concurso Nacional de Composición de Marchas Procesionales Maestro Perfecto Artola, y es para mí inolvidable el grito que unánime dieron los miembros de toda la banda de música a la que pertenecía, la Banda Juvenil de Música de los Colegios Miraflores y Gibraljaire de Málaga. Aquello se me clavó para siempre en mi retina. Luego, no menos inolvidable el recibimiento de mis compañeros en el programa Bajo Palio de Canal Sur Radio, que en aquellos años emitía en directo y que yo amenizaba al piano.

Qué noches aquellas. Cuaresma inolvidable la de 1998. Y su banda sonora, sin duda para mí, Jesús Cautivo.

Miguel Pérez




jueves, 18 de febrero de 2016

La Madrugá (Abel Moreno) - Calle del Cid

La Madrugá (Abel Moreno) - Calle del Cid. Por Sánchez Balsalobre

Al fin termina la cuenta atrás pero a la vez comienza la nueva. Han pasado muchos días del anterior Lunes Santo, mi lunes, el lunes de sangre, el lunes de azul y rojo, un lunes más pero no un lunes cualquiera, otro lunes Santo, otro lunes de sangre.

Sólo unos minutos restan para que volvamos a rezarte, a mirarte, a disfrutarte, a contemplar como los ojos emocionados de los que te admiran se iluminan a tu paso, como nuestros ojos se humedecen cuando la música se funde con nuestro balanceo al portarte, al llevarte al reencuentro con los tuyos.

Todo está listo pero siempre queda esa extraña sensación de que falta algo, de que nos olvidamos de aquel pequeño detalle para que ese paseo por tus calles sea igual de especial que el año anterior, el del próximo año o el de tu primer Lunes Santo.

Al entrar en el templo nos recibes en tu capilla, calmado, tranquilo, tus hijos vienen a tu encuentro. En unos instantes todo comienza y nuestros nervios aumentan. Todo tiene que estar preparado, todos en nuestros sitios y las campanas de tu Casa nos avisan de que todo está a punto de comenzar.
El estandarte de la Junta de Hermandades abre camino. Con paso firme y sosegado el de tu hermandad lo escolta y la procesión no ha hecho más comenzar.
En ese momento, nuestro hombro siente tu abrazo, los sentimientos aumentan, la música suena y nosotros comenzamos a disfrutar el momento. 365 días, ¡qué largo!, 8.760 horas, 525.600 minutos, toda una eternidad, pero ya ha llegado, ya estamos contigo.

Tras la primera estación, dejamos atrás los murmullos de la gente en la Plaza Mayor, los nervios de que todo esté en su sitio…
Nos adentramos en la calle El Cid, su estrechez y acogimiento se hace latente, solo el brazo del compañero apoyado en tu hombro hace que nos demos cuenta de que no estamos solos.

Tras el redoble del tambor, comienzan a escucharse los primeros acordes de una marcha fúnebre que no deja indiferente; de pronto, un replique de campana que nos evoca a una iglesia y, a continuación, una melodía que nos atrapa introduciéndose en nuestros corazones y haciéndonos, más si cabe, patente de la conexión  y fusión de todos los anderos con el Señor.

Después de tan dulce y suave melodía se escucha el estruendo, toda la banda musical acompaña al saxo, es cuando se produce el milagro, de repente, no somos conscientes del anda, todo se para, nos encontramos flotando en una nube, acompasados, emocionados.
El mecer del trono se funde a cada una de las notas de música y, a continuación, se cruzan el clarinete y el saxo alto, es cuando el tiempo se detiene, el trono no avanza, como si ninguno quisiésemos que acabara nunca esa noche, queriendo estar siempre unidos a él, recogiendo una a una cada gota de dolor, dulzura y sangre.

Toda la banda se une, con cada golpe de timbal y el coro de trompetas nos hace recobrar de nuevo la marcha, pero muy poquito a poco, muy despacio, lentamente sumergiendo todos nuestros sentidos en el momento más álgido de la marcha. En ese instante, cuando nuestros sentidos permanecen aturdidos y emocionados por la melodía, el badal golpea fuerte la campana,  la  llamada a todos los anderos hace detener el paso y la cadencia armoniosa del trono, un segundo golpe de campana, nos invita a posar despacito la canastilla en el adoquín manchado de cera roja, como si de la misma sangre derramada por Cristo se tratara.

Su sangre, la sangre de otro Lunes Santo, su Lunes Santo. Azul y rojo, incienso, emociones, melodía y no una más, la de La madruga que sirve de binomio perfecto entre nuestro Cristo y su Ángel. Entre su dolor y nuestra pena. Suenan las campanas y ya solo quedan 365 días para un nuevo reencuentro.

Abel Moreno, Gracias.


Sánchez  Balsalobre.


lunes, 15 de febrero de 2016

Via-Crucis, del Pretorio al Sepulcro - Calle del Cid.

Via-Crucis, del Pretorio al Sepulcro (Antonio Jesús Hernández Alba) – Calle del Cid. Por Antonio Jesús Hernández Alba

Una año más, el frío febrero nos abre las puertas de la cuaresma, trayendo al recuerdo mil momentos de ensueño cofrade. Y un año más vuelvo a este blog, a colaborar con esta iniciativa que tanto admiramos y apoyamos los semanasanteros.

Esta vez, la tercera para mí, se me ha presentado una gran dificultad a la hora de escribir pues 2015 fue un año pleno de experiencias y recuerdos de música procesional. Sin embargo, era inevitable que la elegida fuera esa marcha cuyo nombre llevo grabado a fuego en la memoria y el corazón. Se trata de “Via-Crucis, del Pretorio al Sepulcro”, mi ópera prima, mi debut absoluto en el mundo de la composición.

Surgió hace ya tiempo en mi la inquietud de componer, y componer algo que sonara en nuestras calles y plazas durante esa semana que llevo prendida al alma. En su origen, la marcha iba a estar dedicada a Santa María Salomé, la hermosa Santa que pone un punto de serenidad a la desconsolada noche de Viernes Santo. No obstante, cuando me acercaba ya a las últimas etapas de su composición, me di cuenta de que había volcado en ella un significado mayor que el de un mero personaje de esta historia. No quiero decir, ni mucho menos, que haya llegado a la altura de los grandes maestros de este género musical, aún me quedan muchas lagunas que llenar en mi aprendizaje; pero, a mi parecer, he conseguido transmitir un mensaje a través de la música.

Sigue esta marcha el típico esquema estructural de las obras de Gómez Villa. Comienza con una fanfarria de metales que introducen el fúnebre tema, respondida por un lúgubre eco: comienza el camino del Calvario. El tema, desarrollado por la madera, va creciendo hacia el “tutti” central de la misma forma que Cristo va avanzando hacia la cumbre, llegando con la tensión de este segundo tema, desarrollado ahora por los metales, hasta el lugar de la crucifixión, dando un último respiro de paz antes de la Muerte. Vuelve a sonar la llamada de las trompetas, anunciando la muerte del que es la Vida, ahora todo es quietud y serenidad en el sepulcro. La trompeta y el saxo dialogan sobre estos hechos, preguntándose si esto es el final. Pero no, aún queda la esperanza, Cristo resucitará con ese “tutti” final que reúne este último y dulce tema.

Fue el Miércoles Santo en la calle del Cid y en la calle Cadenas donde sonaría por primera vez para el público. Los nervios del momento y los “problemillas del directo”, como se suele decir, no me dejaron disfrutar del momento ni darme cuenta, como me doy ahora al volver la vista atrás, de que era algo mágico. Es una marcha, si, y para nada mejor que muchas otras, pero es una obra a la que había dedicado muchas horas de trabajo y en ese momento el Santo Cristo, principal devoción de los ciezanos, se mecía con su majestuoso paso al son de algo que yo había creado, y eso es lo maravilloso y mágico, y lo que hace que me estremezca cada vez que lo recuerdo.

Nunca podré dar suficientemente las gracias a mi director por confiar en mí y darme la oportunidad de estrenarla, y de escucharla y tocarla en procesión hasta cuatro veces esa Semana Santa.

Sólo queda ya despedirme y desearos que la disfrutéis tanto como yo lo hice al realizarla. Sin más, y esperando con ansia el Domingo de Ramos, se despide un servidor.

Antonio Jesús Hernández Alba.