miércoles, 9 de abril de 2014

La Caida (José Vélez) - Esquina del convento

La Caida (José Vélez) - Esquina del convento Por Margarita Campos

Fresca mañana acompañada de un sol especial como si de Viernes Santo se tratase, como hasta años anteriores, salía con mis tíos a ver la procesión ya que mi hermandad ese día no desfilaba ¡¡Ya vienen!!, ¡¡Ya vienen!!. Las túnicas moradas invadían la calle San Sebastián y al final de la calle Buitragos ya se veía "La Caída" asomar, ya las flores recién cortadas perfumaban la calle y sus anderos un año más volvían a su cita con esa mirada… Esa mirada llena de Semana Santa, de recuerdos de antaño y de ilusión renovada.

Fue justo en ese instante cuando "La Caída" doblaba la calle San Sebastián, se introducía en la esquina del convento y empezó a sonar una marcha… Tan sencilla y a la vez tan impactante la cual desconocía, entusiasmada miraba a los músicos pensando en que algún día también estaría yo ahí, y ellos serían mis compañeros, así fue, no me equivocaba.

Al año siguiente empecé a vivir la semana Santa de una forma muy especial y diferente, pues abandonaba el terciopelo verde de mi túnica sustituyéndolo por el uniforme de la Banda Municipal de Cieza, y llegó ese día que tanto me gustaba, la procesión del Penitente.
Ya estando la banda a la calle San Sebastián nuestro querido director Ginés nos avisaba “poner la Caída”, tan solo la había tocado una vez a la salida del trono pero aseguro que no sonaba igual, era diferente, como si otra marcha fuese. Doblábamos San Sebastián y la melodía de esa marcha me cautivó para siempre, tenía algo entre esas notas, una magia… Que para mí será muy difícil de olvidar, recordaba emocionada escuchándola el año anterior, justo la primera vez que la escuché y todo lo que habían cambiado las cosas de una Semana Santa a otra.

Tal vez esta marcha no sea una de las grandes, ni la mejor del compositor, tampoco es nacionalmente conocida como muchas otras pero para mí sí que es especial, tiene algo que te produce una necesidad de volverla a escuchar, porque si cierras los ojos, independientemente del momento del año en que la escuches, su melodía te sumerge hacia esa fresca mañana de Viernes Santo; para mí es inevitable emocionarme al interpretarla o escucharla ya que vienen a mi mente recuerdos imborrables de Semanas Santas nostálgicas y de antaño.

Aquí la dejo porque no hay palabras, ni versos que puedan hacerte sentir lo que hace la música.



Con cariño, Margarita Campos.

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